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La piel una ventana a nuestras emociones


Nuestros estados afectivos son delatados por la apariencia de este gran órgano.

La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano, mide 19.000cm2, siendo una barrera protectora entre el mundo exterior y el interior. Es un componente importante de los sistemas inmunológico (células de Langerhans epidérmicas y los queratinocitos), endocrino y neurológico. Por eso, su estrecha relación con los procesos de la salud y la enfermedad. La piel es un mediador en las interacciones sociales desde la infancia, siendo un sistema de conexión entre las relaciones afectivas y el apego. Ya en la adultez, es la piel una de las vías mas directas para la interacción cara a cara, es decir, forma parte del intercambio personal vinculado a las emociones.


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Según Azambuja (2017) en cada proceso de enfermedad hay contribuciones biológicas, psicológicas, emocionales, sociales y espirituales. La dermatología participa en esto de manera particularmente importante, porque todo lo que afecta a la piel es visible a los demás y a uno mismo; afectando la autoimagen y la autoestima. La influencia entre la mente y el cuerpo es innegable, desde que cada emoción se observa en la piel como cambios de color, textura, humedad, etc; así como los estados mentales como ansiedad, depresión, imagen corporal, entre otros, pueden surgir por problemas en la piel.


Este planteamiento permite comprender la importancia de conocer la relación entre las enfermedades cutáneas y el estado emocional negativo, siendo causantes o consecuencia de algunos diagnósticos dermatológicos como: la dermatitis, los cambios de pigmentación, el acné, el vitiligo, la alopecia, el prurito, envejecimiento prematuro, entre otros.


Por qué la piel se relaciona con la mente?


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Todo parte de la relación entre la piel y el cerebro, específicamente el SNC (sistema nervioso central), que guarda una relación entre el sistema neuro-inmuno-cutáneoendocrino, con las células de la piel, permitiendo entender a la piel como un cerebro externo que recibe influencias de nuestros pensamientos y emociones. Por ejemplo según Torres (2019) los pensamientos estresantes generan un rápido aumento en los niveles plasmáticos de cortisol, que le indica al cuerpo un cambio ambiental o estrés que afecta la homeostasis de la barrera permeable epidérmica, actuando como un precipitante para trastornos inflamatorios como la dermatitis atópica.

Lo anterior nos permite comprender el impacto que generan las emociones y los pensamientos sobre la piel, en está área la psicodermatología, campo de la acción integrada de 3 especialidades (dermatología, psicología y psiquiatría) ,se ocupa de estudiar las relaciones entre los componentes psicológicos y psiquiátricos sobre las alteraciones cutáneas. El establecimiento de las relación entre las emociones y la piel se remonta a el año 1200 a.c., cuando el príncipe de Persia ante la manifestación de la psoriasis sus consultantes médicos encontraron que era causada por el estrés generado al tener que ser el heredero del trono.

Para ser bellas/os hay que ver estrellas?

La belleza se ha convertido en la mayor de las competencias en el curso de la humanidad, donde la estética es el significado de armonía y paz. En el siglo XXI son diversos los tratamientos y productos que favorecen el mantenimiento de la belleza y el retardo del envejecimiento. Sin embargo, hemos sido ingenuos ante el manejo de nuestra psique para favorecer el bienestar que nos genera, estar en armonía física y emocional.

El estrés negativo, ese enemigo latente de nuestra cotidianidad cuando no sabemos cómo afrontarlo, afectando la disponibilidad de algunos neurotrasmisores y neuropéptidos que al ser segregados desmedidamente facilitan el desarrollo y mantenimiento alteraciones cutáneas, y del envejecimiento. Del mismo modo, el control inadecuado de la tristeza y la ira nos conduce a la producción de cortisol que modula el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico, haciéndonos más vulnerables ante enfermedades. Un punto crítico en tiempos COVID-19.


Qué hacer?

Ser evaluado/a por un médico dermatólogo que realice la inspección sobre el estado actual de nuestra piel y te pueda brindar desde el enfoque biomédico el tratamiento farmacológico mas adecuado para tu caso.


Asistir a consulta psicológica y/o psiquiátrica, que evalúe los factores biológicos, psicológicos y sociales en el paciente individual. Y de esa manera pueda formular un plan psicoterapeutico adecuado a tus demandas emocionales, afectivas y/o cognitivas.


Reconocer el papel del estrés relacionado con la enfermedad y su impacto sobre el curso del trastorno de la piel o el papel de otros estresores tales como el estrés interpersonal y los principales eventos de la vida (Torres, 2019).



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Referencias.

- Azambuja, R. D. The need of dermatologists, psychiatrists and psychologists joint care in psychodermatology. Anais Brasileiros de Dermatologia, 92(1), 63–71. doi:10.1590/ abd1806-4841.20175493.


- Torres, M. (2019). Psicodermatología. La necesidad de comprender la mente y el cuerpo como una unidad indivisible. Psychodermatology: the Need to Understand Mind and Body as an Indivisible Unit. Disponible en: https://www.sopnia.com/wp-content/uploads/2021/04/Revista-SOPNIA_201908.pdf#page=40


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