¿Las emociones negativas, son dañinas?
- Natalia sanchez
- 21 abr 2022
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 29 abr 2022
La palabra emoción procede del latín moveré-mover, con el prefijo "e", que puede significar mover hacia fuera, sacar fuera de nosotros mismos "exmovere" (Bisquerra, 2000). Lo que experimentamos dentro de nuestro “ser”, lo transmitimos a los demás no sólo a través de las palabras, sino también de ese componente paraverbal (gestos, posturas, tono de voz, etc.); el cual a su vez está acompañado de reacciones fisiológicas. Las emociones pueden estar categorizadas como positivas (alegría, amor, etc.) y negativas (ira, tristeza, vergüenza, culpa, etc.), las cuales pueden experimentarse incluso conjuntamente en el ser humano, llamado “ambivalencia afectiva”.
Las emociones negativas pueden ser interpretadas como inadecuadas, convirtiéndose en malestar para nuestra vida. Sin embargo, te invito a reflexionar sobre esto...las emociones positivas y negativas son tan primitivas como el desarrollo de nuestro sistema límbico, necesarias para la adaptación al mundo que nos rodea. Entonces podría surgir la pregunta ¿cuándo las emociones negativas pueden afectar el bienestar?.
Las emociones negativas realmente se convierten en un problema para nuestro bienestar, cuando no generamos las herramientas para autocontrolarlas o autorregularlas. No está mal sentir miedo, pero cuando este nos paraliza ante la toma de decisiones y facilita el camino a la postergación o a la evitación, es allí donde la emoción negativa deja de ser funcional para nosotros y se convierte en un reductor de nuestra tranquilidad o plenitud. Igual sucede con el resto de las emociones negativas, como por ejemplo la ira o el odio, todos en algún momento hemos experimentado alguna de ellas. Ahora bien, el límite está en que canalicemos esas reacciones de nuestra psique efectivamente, logrando identificarlas, contextualizarlas y redireccionarlas adecuadamente; evitando la afectación a nosotros mismos y a terceros. Es importante recordar, que las emociones son predictores por excelencia de muchas de las enfermedades del ser humano, por esta razón aprender a manejarlas es tan importante como el tratamiento diario para la Hipertensión Arterial o la Diabetes.
Ahora bien; identificar, reconocer su función y autocontrolar su efecto es el objetivo fundamental en el marco del fortalecimiento de las competencias emocionales ( conciencia emocional, regulación emocional, autogestión, inteligencia interpersonal, habilidades de vida y bienestar), es así que los teóricos de la inteligencia emocional pretenden explicar la importancia de desarrollar está capacidad potencial que todos tenemos y podemos desarrollar. Para ello, es importante que nosotros tengamos una comprensión entre la mente emocional y racional: según Jimenez (2011) la primera es una modalidad de respuesta rápida, escapando de la conciencia, mientras que la segunda es más lenta y se basa en la reflexión analítica deliberada, con participación de la conciencia. También la mente emocional provoca una fuerte sensación de certeza y se distingue por una lógica asociativa, que confía en las primeras impresiones y reacciona a la imagen global o a sus aspectos más sobresalientes, mientras que la racional realiza una valoración más amplia que establece conexiones lógicas entre causas y efectos. En la mente emocional se impone el pasado al presente, debido a su vinculación con la necesidad de supervivencia y el cumplimiento de funciones adaptativas. Por su parte, en la mente racional, el pasado cobra fuerza solo en relación con las necesidades presentes y futuras del sujeto, asociadas principalmente a necesidades de eficiencia en la respuesta.
Algo importante es la concepción de las emociones en su integralidad, restando para este momento la noción de "bueno o malo" y permitir a nuestro cerebro y cuerpo, experimetar las sensaciones que lo acompañan "aquello que siento" con plena conciencia. Y de esa manera, fortalecer las competencias emocionales que garantizan el bienestar y la salud. De acuerdo a la frase “mente sana, cuerpo sano”, depende de nosotros, de ir adquiriendo las estrategias para afrontar las situaciones que nos provocan o suscitan las emociones negativas y sacar de ello siempre un camino y una oportunidad para la evolución.

Referencias. - Bisquerra, R. (2000). Educación emocional y bienestar. Editorial Wolters Kluwer. España.
- ALONSO JIMÉNEZ, LIANET FUNDAMENTOS PSICOPEDAGÓGICOS PARA LA ALFABETIZACIÓN EMOCIONAL. UNA APROXIMACIÓN NECESARIA. Psicogente [en linea]. 2011, 14(25), 151-163[fecha de Consulta 29 de Abril de 2022]. ISSN: 0124-0137. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=497552358013
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